Ser Amigo de Dios

Eran estos dos cortesanos de los llamados agentes de negocios. Lleno entonces repentinamente de un amor santo y casto pudor, airado contra sí y fijos los ojos en su compañero, le dijo:
Dime, te ruego, ¿adónde pretendemos llegar con todos estos nuestros trabajos? ¿Qué es lo que buscamos? ¿Cuál es el fin de nuestra milicia? ¿Podemos aspirar a más en palacio que a amigos del César? Y aun en esto mismo, ¿qué no hay de frágil y lleno de peligros? ¿Y por cuántos peligros no hay que pasar para llegar a este peligro mayor? Y aun esto, ¿cuándo sucederá? En cambio, si quiero, ahora mismo puedo ser amigo de Dios.
Confesiones, X, 6.
San Agustín.

Comentario: Casi todo lo que hacemos lo hacemos por hacer o porque eso es lo que se hace. Cuando alguien nos corrige nos volcamos contra esa persona y gritamos: ¡Yo sé lo que hago! ¿Pero, sabemos de verdad lo que hacemos? ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Hacemos lo que hacemos para sentirnos bien?

Tenemos que ir al fondo de nuestras motivaciones inconscientes, que nos amarran a proyectos falsos que nos hacen sufrir. Sufrimos sin saber de qué sufrimos; y llegamos a decir que el sufrimiento es la misma índole de la vida. Sufrimos porque no podemos tener lo que tanto deseamos: una casa, el último smartphone, ser gerente general, una bella mujer, un hombre exitoso, etc. Y si conseguimos lo que deseamos, ya no lo deseamos más, se vuelve insuficiente o requerimos de ello dosis más altas: dosis más altas de lo mismo. Pero no se nos ocurre que eso mismo que nos consume es lo que nos agobia y que nos hace infelices. Y nos agarramos a lo malo conocido. Por ello es necesario renunciar a ese falso proyecto, a esa ilusión de felicidad que no es segura. Ahí cobrarán pleno sentido estas palabras de San Juan de la Cruz: No tener nada, para tenerlo todo.

Te alabo, Padre, porque ocultaste estas cosas a los sabios y a los ricos, y se las diste a los sencillos y a los humildes. La Verdad está más cerca de lo que jamás creímos: en ella somos. Hace falta tan sólo desear la Verdad de verdad. "En cambio, si quiero, ahora mismo puedo ser amigo de Dios".

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